En la ruta china de la seda, 27 de mayo 2011: testimonios de pasos por Dunhuang y los cultos de los idólatras

Dunhuang está lleno de pasos, pasos de hombres y pasos entre fronteras.

Su territorio es pródigo en lugares que recuerdan o han guardado para la posteridad la cultura y la historia chinas, sobre todo aquella que testimonia la riquísima textura de interacciones culturales a lo largo de esta ruta llamada «de la Seda».

Es como si este tan extremo entorno se hubiera sabido lugar de paso, por sobre todo. Y lugar de paso en los varios sentidos que la lengua admite. Zona de tránsitos y transiciones. De pasos de viajeros y de eventos y de todo aquello que pasa en el sentido de llevárselo el tiempo. De pasos fronterizos y derroteros entre mundos mentales precariamente equilibrados.

En todos esos sentidos, mucho ha pasado en Dunhuang, y todo lo pasado ha dejado por lo menos una huella suya que se sostiene en el tiempo, a veces muy precaria, como los últimos vestigios de la Gran Muralla de la dinastía Han, unos amontonamientos de tierra protegidos por una feble rejecilla, que parecen haber hecho ya su testamento y sólo esperar el día inminente, quizá manana o pasado, en que se los termine de tragar el desierto. Pero se va a haber tomado 2100 años en hacerlo.

El 27 de mayo de 2011 recorrimos con Sara y Marco – como ya conté en un anterior posteo – un buen número de esos lugares. No fuimos en camello, como a la antigua usanza, pero en un taxi, y esos son los nuevos camellos de este desierto. Cuando andas por los arenales, dos de cada tres vehículos que te cruzas son taxis. Y en este mes de mayo hasta me parecen estar pelechando – tan descascarada está su pintura y tan raída la felpa de sus asientos – igual como hacen los camellos a comienzos del verano.

Visitamos los testimonios budistas de las grutas Mogao al este y de las cavernas de los Mil Budas al oeste de Dunhuang, estas últimas más humildes de tamaño que las primeras, pero no menos elocuentes en su arte silencioso.

Subimos las espectaculares dunas de Dunhuang, Mingshan, que han sido escenificadas como una estación de paso de caravanas de camello para darle a las visitas algo del sabor de lo que fue. Fue dura la subida, creí que no llegaba arriba, pues la pendiente era fuerte y la arena era viscosa y fluida como el agua, te robaba dos tercios de cada paso. Pero llegué, y la sensación es magnífica.

Enzo en las dunas de Dunhuang - 26 de Mayo de 2011
Enzo en las dunas de Dunhuang - 26 de Mayo de 2011

Lo pasamos bien en las dunas. Las descendimos al final corriendo fuera de pista a velocidad plena, en mágica sensación de vuelo, cobrándole a la arena cuadruplicados todos los dos tercios de pasos que nos habla antes confiscado. Enmudecimos delante de un paisaje que no es de este mundo, mientras Marco soñaba con sobrevolarlo en alas delta.

Ciudad Antigua de Dunhuang - foto de Enzo Cozzi mayo de 2011
Ciudad Antigua de Dunhuang - foto de Enzo Cozzi mayo de 2011

Estuvimos en la ciudad antigua de Dunhuang, ciudadela que ha sido conservada como museo y que tiene gran valor didáctico, pues exhibe los distintos espacios tal como eran en tiempos tan antiguos como los de la dinastía Tang. Y te muestra los distintos barrios: chinos y musulmán. Ahí me filmé explicando cómo estaba organizada en términos de la cosmovision china y del Fengshui. Mostraré esos materiales en el sitio de la Escuela Chilena de Fengshui Shui, de Sylvia Galleguillos, donde tambien enseño. Porque ahí la lógica del Fengshui esta desplegada toda «en una cáscara de nuez» como dicen los ingleses (metáfora que le deben a Shakespeare, como un buen 30% de todas las metáforas de su actual idioma – estoy siendo prudente en mi estimación, tal vez sean muchas mas. Qué monstruo).

Paso Yang, Dunhuang mayo de 2011, foto de Enzo Cozzi
Paso Yang, Dunhuang mayo de 2011, foto de Enzo Cozzi

Pasamos por el paso Yang, que era su aduana hacia las regiones del sur. Yang es el principio cosmológico chino de la luz y del calor, que proviene del sol que en China – hemisferio norte de la tierra – brilla desde el sur. Sol, en chino, se dice «Tai Yang» – «Sumo Yang». Los emperadores se volvían hacia el sur para presidir los asuntos de estado, pues así sus súbditos, estacionados delante de ellos, los veían resplandecer. De este paso todavía se conserva su fuerte, como en Jiayuguan, y en el centro del fuerte hay un hemiciclo con el diagrama del Yin Yang, circundado por los famosos «Ocho Diagramas» (Bagua), que son como la condensación del pensamiento cosmológico chino. Demás está decirlo, el símbolo del Yang aparece orientado hacia la puerta sur del fuerte.

Enzo en en el paso de Jade, Yuguan - Dunhuang mayo de 2011
Enzo en en el paso de Jade, Yuguan - Dunhuang mayo de 2011

Y después visitamos el paso de Jade, 70 kilómetros hacia el oeste, en la cercanía de las ultimas ruinas de la Gran Muralla Han, de la que ya hablé. Este paso se abria hacia los territorios del oeste. De él queda sólo una puerta y nada mas (es sobrecogedor ver esa puerta sola, en medio de la inmensidad). El nombre también tiene un sentido cosmológico. El jade quintaesencial chino es el jade verde, pero ese no es natural de esta región. Los oasis del sur del Taklamakan siempre han producido jade blanco, y son famosos por ello. Lo lavan de los ríos que bajan de las montañas Kunlun, que es donde habita la deidad femenina más importante de la China taoísta: la Reina Madre del Oeste, que aparece en incontables leyendas, poemas, canciones, oraciones, etc. Y el blanco en la cosmovision china es, apropiadamente, el color del oeste, de la cosecha, del otoño, de lo que se acaba y, por extensión, de todos los finales (el de la muerte incluso, el luto en China se lleva de blanco). Por eso el nombre «Paso de Jade», por ser la puerta más oeste de China, alude al jade blanco y no al verde.

Y finalmente llegamos hasta Yadan, la Ciudad de los Demonios, allí donde ya el desierto se hace cargo del cuento y se deavanece toda fisonomía de mundo humano. De aquel vórtice hacia otros mundos que sólo la imaginación de los cuentos de hadas, del mito o de la pintura de un Miró o un Chagall pueden vislumbrar, trato en mi posteo anterior.

Ahora quiero terminar éste con el mundo perdido de las magnificas celebraciones budistas que solía haber en Dunhuang y que, mientras todavía se practicó budismo en esta región, maravillaron a cuánto viajero pasó por aquí, desde los dos monjes budistas cuyos pasos voy siguiendo, Faxian en el 400 DC y Xuanzang en el 600 DC, hasta Marco Polo, quien los llamó cultos idólatras.

Lo interesante es que por la naturaleza de esos cultos, queda claro que en esta región, cuando Marco Polo pasa por ella en el siglo 13, la cultura china ya ha impuesto su sello en el Budismo llegado de India. ¡Es un Budismo cuya relación con nirvana ya está mediado por «papel moneda»! Eso lo explico en el video de arriba. (Ten paciencia mientras el video se carga la primera vez que lo abras… después de cargado lo podrás ver fluidamente)