Esquelas, jabalinas y ojos de buey (Por qué China – 1)

http://www.brunijazzart.com/library/artists/stevie_wonder_painting_117_30x40_mosaic.htm

Invitado el jueves 26 de agosto a la inauguración del semestre académico de las escuelas de comunicación, cine y periodismo de la Universidad de Viña del Mar, me preguntaron, en un aula magna repleta de alumnos y personalidades, cómo surgió mi actual interés por China, su historia, su idioma, su gente y su cosmovisión.

Esto me lo han preguntado varias veces en el pasado, y siempre he esquivado el bulto… que ya ni me acuerdo, que los vaivenes de la vida, etc… Pero allí no había cómo escurrirse. Tenía tanto margen de maniobra como una culebra encerrada en una cañería. Sólo podía salir hacia adelante (yo por lo menos nunca he visto una culebra reculando). Así que me expliqué, y mi explicación gustó. Así que ahora en mi blog voy a contar esa explicación, ampliada y ordenada en tres partes. Esta es la primera.

Hará sus buenos 25 años que mis afanes investigativos y prácticos, tanto en la academia como fuera de ella, se empezaron a desplazar (de manera lenta lenta pero difícil de resistir, como desplazamiento de placas tectónicas) desde la sociología y el teatro hacia el rito. El espectáculo ritual, sus textos y ceremonias como arte y sustrato de la vida, como pedagogía y terapia, como relación con el mundo y cosmovisión. Ritualidades de muchas partes del mundo, pero especialmente (antes) el mundo andino y (ahora) el mundo chino.

Aquello me ha traído bonanzas y desvelos. Mucho patiperrear, acostarme en la tierra, intimidad con el lodo, ingesta de polvo y «correr tras el viento«. Pero también lindas compensaciones. La mayor: mi pega de 21 años (1989-2010) en el Departamento de Estudios Teatrales, Royal Holloway University of London. Llegué a ella (o me llegó) así:

David Bradby (Head of Department, a través de la gran mesa aterciopelada verde): «Señor Cozzi, ayer Ud. en nuestra entrevista informal nos habló de una necesidad de introducir el tema de la ritualidad en los estudios teatrales. ¿Por qué es eso tan necesario? ¿Y Ud., cómo lo introduciría?»

Yo (apostando altiro todas mis fichas, no sin algo de vértigo): «Debo corregirme, Professor Bradby. Aquél era mi pensamiento hasta ayer, pero tras nuestra entrevista mi pensamiento cambió. No es necesario introducirlo pues ya está introducido…

(Miradas extrañadas se me posan sobre los hombros desde el otro lado del vasto tapete)

David Bradby: «¿Siii…? Continúe…»

Yo: «Paseando ayer tras nuestra entrevista por el Departamento me topé con una carta en un diario mural donde Ud. pide perdón a los estudiantes por la prolongada ausencia de calefacción en las salas de clases y promete remediar aquello antes del fin del invierno. Su carta me recordó las famosas tesis sobre la culpa, el perdón y el arrepentimiento que Martín Lutero clavara ritualmente en la puerta de la iglesia de Wittenburg, jugándose allí la cabeza, y con las consecuencias que todos sabemos.»

(He apostado a que la mayoría del panel ha de haber sido educado en la fe protestante y en alguna parte se les clavará la reminiscencia… Sigo…)

«El acto suyo de contrición y su promesa son gestos análogos, esquemas rituales donde Ud. pone en juego su propia cabecería del departamento, con quizá qué consecuencias… »

(Las miradas del otro lado del tapete – sonrientes ahora eso sí – se han trasladado hacia los hombros del Professor Bradby. Aliviado yo del peso, agarro vuelo…)

Yo: «…Hablando de promesas y de cabezas, casi enfrente de aquél diario mural vi en la puerta del jefe técnico del Departamento una esquela prometiendo tocar el tam tam sobre las cabezas de aquellos estudiantes que no se presentaran a tomarse las medidas del cuello antes de la próxima semana… »

(Risas del otro lado de la verde tersura. Estoy yendo demasiado lejos… siento que las estoy embarrando… pero ya está lanzada mi jabalina, no queda más que animarla en su viaje y anhelar el milagro de una marca decente…)

Yo: «…Ese ya es un estrato más primigenio del rito, justamente el que yo estimo más necesario y potente de investigar. Y ya está aquí, bien instalado, por lo visto. Para ser sincero, si yo fuera estudiante, consideraría prudente no irme a medir el cogote con alguien que gusta tocar el tam tam sobre sus cabezas…»

(Un estruendo de carcajadas reverbera desde el final de lo verde. Siento que la jabalina definitivamente se me desvió lejos del blanco… claro que las embarré. Del resto de la entrevista poco recuerdo. Mero trámite me pareció pues ya me hallaba resignado a salir de allí todavía desempleado, y amargado además con este death wish mío que siempre se termina burlando de lo que más me importa y ansío…)

Sin embargo, me dieron el trabajo….

Así son los ingleses, por lo menos los de las artes y letras. Dos caras tienen sus lunas, y ninguna de las dos escondida: risa a costa de sí mismos y rigurosa atención sobre su universo exterior (el arte y el teatro en este caso).

Después me enteraría que los dos jerarcas del Departamento que estuvieron en ese panel, David Bradby y Richard Cave, eran expertos (entre otras cosas) en teatro del absurdo, Genet, Pinter e Ionesco (el primero) y en teatro inglés renacentista, Ben Jonson, Webster y Brome (el segundo). Y quienquiera que algo haya conocido de aquellos monstruos, entenderá por qué mi jabalina, lanzada más a ciegas que la mágica voz de Stevie Wonder, iba sin embargo destinada a clavarse medio a medio del «ojo de buey» (bulls eye)

(Si quieres puedes ir a leer la segunda parte de esta trilogía de posteos acerca de los caminos que me llevaron a China…)