El día del niño

imagen: Enzo Cozzi, día del niño 2010

8 de Agosto de 2010 en Santiago de Chile. Estamos en el día del niño y ya estoy golpeando a la puerta de mi nieta Monserrat.

Su madre nos ha encomendado a Monse por el día y la he venido a buscar tempranito, para sacarle jugo al día. Ella tiene 6 años y es mi nieta mayor. Propaga a los ocho vientos que yo estudio para ser payaso chino. Porque soy «muy chistoso» y porque una vez, viéndome sumido entre mis libros, me preguntó qué estudiaba tanto, y le respondí: «unas payasadas chinas». Ahí quedé timbrado.

«¡Hola Tata!»
«¡Hoola mi morenita precioosa, que tengas un feliiz día del niiño!»
«Si».

(Para ella no emití un deseo, sino que una adulta instrucción).

Ya  estamos en rumbo a pasarlo bien. Me pregunta por sus dos primas inglesas, Sofía y Becky, que están de visita en Chile mas no van a compartir este día con nosotros.

«Están en Temuco.»
«¿En qué barrio está Tulero… para allá o para acá?»
«¿Está qué…?
«Tulero, eso que dijo usted. ¿Podríamos ir nosotros para allá?»
«Temuco, Monse, dije Temuco; y no podemos ir, está muy lejos.»

Sigue una conversación usual por un rato, pauteada por mí. Pregunto por colegio, notas, salud, etc… Luego pregunta  ella y comienza lo inusual.

«Y qué están haciendo en Tulero?»
«En Temuco…»
«Tulero.»
(Me rindo) «Están visitando a sus primos, perdón a sus tíos.»
«Bueno tata, ¿son primos o son tíos?»
«Tíos. Es que como tienen casi la misma edad que ellas, me confundo.»
«Eso no tiene ningún sentido.»

(Me río con ganas…)

«Te entiendo, es raro. Busquémosle algún sentido»

(Le explico cómo puede darse esa eventualidad. Lo piensa y concluye…).

«Igual es bien extraño.»

(La extrañeza, el extrañarse, el extrañamiento, la ostraniene de los formalistas rusos – según Víctor Shklovsy el mecanismo mismo de la creatividad en el arte y en todo ámbito de cosas.

Brecht se la copió con otro nombre: verfremdungseffekt, distanciamiento, tomar distancia, que ya no es lo mismo. Es frío, cerebral, y además la palabra suena mal. Alvaro, miembro de nuestra juvenil tertulia filosófica, una vez me sugirió que para él la palabra más hermosa del mundo tenía que ser saudade. Yo por mi parte pasé tiempo sin una palabra predilecta, hasta toparme con ostraniene.

Los niños vienen a esta vida rebosantes de ella, es cosa de ver con qué ojos escanean el mundo. Pero se les va pasando, pasando. Hasta que llegan – llegamos – a nuestra edad sin nada. Nada.

«Nada humano me parece extraño» – escribió Terencio. Todos lo han tomado en serio (Marx, Unamuno, etc.)  pero tiene – tiene – que haberlo escrito en broma. De lo contrario habría estado confesando ser autor de un arte muerto.

Brecht tomó la idea de Shklovsky y su puesta en práctica del teatro chino. Sus dos obras maestras del distanciamiento vienen formalmente de las óperas chinas: El alma buena de Sichuan y El círculo de tiza caucasiano. Vi la primera montada por La Mama en el teatro de Peter Brook en Glasgow. Y la segunda en el propio Berliner Ensemble, la sala de Brecht en Berlín oriental. Dos sensacionales fiestas de la extrañeza y la ingenuidad. Risueñas, infantiles, naif de pe a pa.

Guy Brett, crítico de arte moderno y curador inglés que hace poco estuvo en Chile para hablar de arte latinoamericano y cosmovisión (un título como hecho a mi medida), elogió en una ocasión una obra mía llamada Nos llama el sur del mundo, por su naivete e infantilismo: «como lo mejor de Brecht» – me dijo. «Nada de extraño…» – le observé – «si al mismoBrecht se la copié». Celebró Guy mi desmarque, pero aquél traía su lado mórbido: al descartar toda extrañeza estaba renegando de mi ostraniene).

Capto (zorro viejo en estas lides)  a dónde quiere ir Monse con su: «igual es bien extraño». Quiere ir a blindar su momento de ostraniene. A prolongar lo más posible (al decir de Shklovsky) esa magia que mi explicación ha amenazado sofocar.

Entonces, para no ser aguafiestas, asiento: «Es bien extraño, es cierto. Tendré que examinar de nuevo esta cuestión de tíos y primos de la misma edad…»

«¿Y cómo va a examinarla si no es médico? »
«Así es. No soy médico. Tendré que ir a un médico entonces…»
«Si no existen, tata.» (riéndose)
«¿Cómo sabes?»
«¡Taata! Piense. ¡Médicos de cuestiones!, no existe eso.» (medio muerta de la risa).
«¿Bueno, quizá en algún lado existirán…»
«Puede que en Suramérica del norte (tal cual), pero aquí no.»
«Con mayor razón entonces, no me queda otra que examinarla yo, aunque no sea médico.»

(Ardua la ruta mía para venir a quedarme con la última palabra. Mas Monse está llena de recursos y de nuevo me la quita con una joya de gambeta).

«Tata, ¿eso que está sonando es una trompeta o un traslapajo?» (vamos escuchando a Hugh Masekela)
«¿Traslapajo? ¿Y qué instrumento es ese?»
«No sé. Lo inventé recién.» (Me río con gusto)
«¡Buena Monse!, ahora invéntalo completo. ¿Cómo se toca?» (ahora que lo pìenso, debe haber tenido en  mente al contrabajo)
«Mmm, déjeme pensar… Con una mano limpiando la pared, con la otra limpiando la ventana, con una pata zapateando y con la otra haciendo sonar el traslapajo.» (Aquí ya casi se puede oir mi risa desde los otros autos).
«Pero Monse, si suena como trompeta, seguramente se ha de soplar… ¿Cómo soplarlo con las dos manos ocupadas?»
«Explíquelo usted. ¿No es profesor…?»
….

(¡La ostraniene!…

foto: Enzo Cozzi – Monse y su papá
(que a esa misma edad no lo hacía nada de mals tampoco)

…y la creatividad).

A esta última el antiguo pensamiento chino la concibe como un don anual del cielo, retoño de la ingenuidad y  de la inocencia, la alegría de jugar por jugar y del peluseo. Curiosamente, su antiguo calendario sitúa la llegada anual de aquél don en un evento astronómico llamado 立春 lìchūn: «inicio de la primavera», que este año acá en Chile ocurrió el sábado 7 Agosto.

El domingo 8 por la mañana la nueva cr
eatividad estaba recién nacida, y Monse – como cuando nos pisoteaban los flamantes zapatos nuevos en el primer recreo matutino, pero al revés – primorosamente calzada con ella vino y me bautizó.

Igual fue un día bien extraño, ¿no?

Foto: Enzo Cozzi, Dixi, Anhui, 2010

6 comentarios sobre “El día del niño”

  1. Que manera de disfrutar yo este relato Enzo; me he muerto de la risa varias veces y me asombro de tu capacidad de mover a esa tu nieta hasta la mas bella creatividad. Estoy viendo cuando sea adulta y lea estas líneas que le dejas de regalo, como te admirará. Bravo.

  2. Gracias Gabriel, ojalá hubiera habido tanto skill mío allí como me adjudicas. Pero todo pasó como lo escribo, y ella y no yo fué quién lo movió.

  3. Mi palabra favorita es "fatamorgana" tal vez porque esa aparición es pura "ostraniene", tanto cuando aparece titilante en el desierto, como cuando se esfuma. El "Verfremdungsefekt" intriga como palabra, porque más parece que nombra el resultado, cuando lo que quiere nombrar es el método. Lo lindo de la extrañeza, por otra parte, es que puede ser cualquier cosa: acercamiento, desarrollo o desenlace, La ilusión de Brecht de querer desterrar la catarsis, ¿tendrá que ver con el terror de encontrarse con sus fantasmas? que terrible pensar que Brecht no quiere contaminar el mensaje con la emoción humana y pude concebir un teatro para espectadores racionales…enorme paradoja, algo así como el teatro para el "Superhombre"?

  4. Acabo de leer tu entrada “El día del niño”. Es extraña…La cercanía y lejanía de las cosas y los pensamientos–. A veces se sienten obvios y cercanos, a veces raros y lejanos… y nos generan nuevas ideas y asociaciones…Los niños juegan con la ambigüedad (de los significados) de las palabras, tal como lo hacen los adultos, a veces de manera ingenua, otras con intención. También exploran con las reglas y sentidos que ellas tienen – o que su agregación en frases implica – y que su corta edad les impide comprender del todo.La Suramérica del Norte de la Monse me recordó que mi hijo Benjamín, cuando tendría unos 3 años, escuchaba que los adultos usaban con mucha frecuencia los adjetivos grande y chico acompañados del adverbio? muy, de modo que las cosas eran “muy” grandes o “muy” chicas; por eso, para él, las intermedias no podían ser sino “muy” medianas. Su adjetivo para las cosas de tamaña intermedio fue, durante un tiempo, “muy mediano”.Lindo pasaje del blog….quizás no me llevó a tu ostraniene, pero me adentró en alguna dirección en la que no estaba.Entre paréntesis, no sé si ahora “saudade” sería la mejor palabra del mundo para mí, reconociendo que la sigo apreciando. Hoy en mi vida debe haber muchas de ese tipo, sin preeminencia de unas sobre otras (sin “supremos” se diría en el lenguaje de las estructuras matemáticas de orden)

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